Cómo estudiar música



¿Cómo estudiar? ¿Cuánto? ¿Qué estudiar?

Tienes una hora y media, dos o incluso tres horas libres. Vas a un local de ensayo o a tu estudio en casa. Quieres transcribir dos solos, practicar escalas, estudiar una docena de licks, aprender cuatro estándares nuevos y practicar algunas canciones independientes de Aebersold. Sin embargo, después de un mes de este tipo de práctica, no notas ninguna mejora.

¿Te reconoces en este tipo de comportamiento?

Si la respuesta es sí, entonces eres parte del 90% de músicos.

¿Cómo se accede al 10% de quienes se esfuerzan de forma eficaz? Hay muchas maneras; intentemos abordar una: 

La razón por la que no notamos mejoras es que este tipo de estudio distrae demasiado. Sin duda, es gratificante, y la gratificación proviene de que tocar con instrumentos independientes nos da la impresión de que tocamos bien, en el sentido de que lo que hacemos se asemeja al resultado que queremos lograr. Desafortunadamente, solo se asemeja al resultado que queremos lograr, y esta gratificación momentánea nos impide profundizar en las cosas, lo que dificulta gravemente nuestro progreso en los estudios. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Algo fundamental a tener en cuenta: nuestro cerebro no es capaz de memorizar toda esa información en tan poco tiempo, e incluso si pudiéramos, no duraría mucho. Una vez terminada la sesión de estudio, no nos quedaría nada.

El objetivo debería ser simple: concentra tu tiempo en muy pocas cosas y, al final de la sesión, deberías haber logrado algún progreso. Aunque sea muy pequeño, es un progreso real. 

Para ello, aplicamos los cuatro niveles de aprendizaje, pero no los que se utilizan (desafortunadamente) en nuestras escuelas: avanzado, intermedio, básico y adquisición inicial. Esta técnica de aprendizaje nos permite descomponer el problema en sus componentes más básicos y trabajarlos uno por uno hasta dominarlo por completo. 

Tomemos un ejemplo. Queremos aprender una canción nueva. Para ello, necesitamos:

  1. aprender y memorizar la melodía
  2. aprender y memorizar la secuencia de acordes
  3. Tócalo en todas las tonalidades
  4. improvisar sobre la secuencia armónica (ver abajo)
      1. ¿Tenemos material para utilizar en acordes mayores?
      2. ¿Tenemos algún material para utilizar en acordes menores?
      3. Tenemos material para usar en acordes de séptima dominante
      4. etc.
  1. escuchar diferentes interpretaciones de la pieza
  2. improvisar sobre la secuencia armónica en diferentes tonalidades
  3. Toca la canción con diferentes ritmos (por ejemplo, swing, bossa nova, rock, etc.)

Podríamos seguir y seguir con esta lista, y nunca sería exhaustiva.

Como puedes ver, incluso un tema de estudio tan simple como aprender una nueva canción puede requerir mucho más que unas pocas horas de trabajo.

Empecemos por el punto 1): aprender y memorizar la melodía.

Tenemos varias opciones para hacerlo. Podemos leerlo de un libro falso, quizás con acordes incorrectos o al menos imprecisos, o (mejor) escucharlo interpretado por nuestros músicos favoritos y transcribirlo (es decir, memorizar la línea melódica sin escribirla).

Pero ¿cómo funcionan los cuatro niveles de aprendizaje?


Según el esquema podríamos llamarlos: 

  1. incompetencia inconsciente, lo que significa que ni siquiera sé qué no puedo hacer. Simplemente reconocer este estado nos lleva al siguiente nivel, lo que nos permitirá trabajar en el tema.
  2. incompetencia conscienteEs decir, sé lo que no sé hacer. Me he dado cuenta de lo que ignoro y estoy trabajando para adquirir experiencia en ello.
  3. competencia consciente Es decir, sé lo que hago y lo aplico conscientemente. He trabajado el tema y soy capaz de aplicar mis conocimientos conscientemente. Por ejemplo, toco el tema de la pieza, recuerdo las notas, los intervalos que componen la melodía, el ritmo que la construye, y puedo hacerlo en diferentes tonalidades.
  4. competencia inconscienteEs decir, puedo aplicar los conocimientos adquiridos sin pensar en ellos. Así, por ejemplo, puedo tocar el tema sin pensar en las notas que lo componen, el ritmo ni la tonalidad. Todo esto ocurre sin tener que pensar en intervalos, notas, ritmos, etc.

Si aplicamos este esquema a cada elemento de la lista que hicimos anteriormente, y llegamos a todos ellos (sinceramente, sin fanfarronear), podemos decir que de alguna manera hemos solucionado el problema, y hemos avanzado. 

Como dijo Bill Evans, el problema de la improvisación es inmenso, no se puede resolver en toda una vida, y ciertamente no podemos resolverlo trabajándolo en su conjunto. Por eso necesitamos descomponerlo en sus componentes y trabajarlos uno a uno, y una vez asimilados cada uno, pasamos al siguiente tema.

Esto se aplica a cualquier cosa que queramos estudiar, incluso, por ejemplo, la técnica instrumental, la armonía o la lectura.

La belleza de este sistema reside en que, al descomponer el problema en sus componentes más básicos, podemos trabajar en uno a la vez y lograr pequeños avances en poco tiempo. Esto nos permite grabar lo aprendido en la mente y no se desvanecerá.

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